Con medidas sencillas y periódicas puedes reducir su presencia y prolongar la vida útil de tu colchón:
Lava sábanas y fundas: Mantener la ropa de cama limpia es clave para reducir ácaros y alérgenos. Lávalas en agua caliente siempre que sea posible, ya que las altas temperaturas ayudan a eliminar los ácaros y sus restos. Esto también mantiene el colchón más fresco e higiénico.
Ventila el colchón regularmente: Deja el colchón descubierto unos minutos cada mañana para que reciba aire fresco. Si es posible, permite que le dé el sol, ya que ayuda a disminuir la humedad y a oxigenar las fibras internas. Este hábito simple evita malos olores y dificulta la aparición de ácaros.
Evita comer en la cama: Las migas y restos de comida atraen polvo e insectos, lo que aumenta la suciedad y favorece la aparición de ácaros. Mantén la cama solo para descansar.
Aspíralo al menos una vez al mes: Usa una aspiradora con buen filtro (idealmente HEPA) para retirar polvo, células de piel y alérgenos que se acumulan con el uso diario. Pasa la aspiradora por la superficie y los bordes del colchón.
Limpia las manchas de inmediato: Si ocurre un derrame, límpialo lo antes posible. Utiliza productos suaves y poca agua para evitar que la humedad penetre el colchón. Asegúrate de dejarlo completamente seco para evitar malos olores o moho.
Usa fundas protectoras anti-ácaros: Estas fundas especiales crean una capa que evita que los ácaros entren o vivan dentro del colchón. Además, facilitan la limpieza y prolongan la vida útil del colchón. Lávalas periódicamente según las recomendaciones del fabricante.
Mantén el cuarto seco: La humedad alta es el ambiente perfecto para que los ácaros se reproduzcan. Ventila el cuarto diariamente, permite la entrada de aire y, si es necesario, utiliza un deshumidificador para mantener niveles bajos de humedad.
Aplica estos pasos y cuida la salud y el descanso de tu familia.
Un colchón limpio reduce alergias, mejora la calidad del sueño y hace que tu descanso sea más saludable.



